Democracia degenerada (Francesc de Carreras, El País, 15 de enero de 2017).
Una vez más, el catedrático emérito de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona alza su voz para denunciar los males de la democracia, mientras buena parte de sus colegas guardan silencio en las aulas y fuera de las aulas sobre un tema tan trascendental; un gran problema más bien, que no es exclusivo de la democracia española pero sí se acusa en gran medida en nuestro país y explica el alejamiento de los ciudadanos de sus representantes. Como señala Francesc de Carreras, la partitocracia y el populismo desnaturalizan y pervierten los principios democráticos desde distintos angulos. El autor destaca que La partitocracia desvirtúa la división de poderes porque los concentra en los grandes partidos mayoritarios e impide la función de control entre los distintos órganos estatales. Los ejemplos que cita aclaran esta idea: si los partidos designan a los miembros de órganos constitucionales (Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, Defensor del Pueblo, Tribunal de Cuentas) y a los órganos reguladores (Banco de España, Mercado de la Competencia, Consejos de RTV, etcétera), que por su naturaleza deben ser independientes, se ve claro que los poderes tienen un amplio campo para ser ejercidos sin frenos ni contrapesos, sin controles. El principio de división de poderes se vulnera y todo el edificio del Estado democrático de derecho queda seriamente dañado. Pero el populiismo no es la alternativa a la democracia como expresa Francesc de Carreras al advertir de que los populismos suelen surgir como reacción frente a las partitocracias y, a veces, acaban destruyendo a la democracia misma al sustituir los principios de representación política, división de poderes y pluralismo por sus contrarios: consultas directas a los ciudadanos, concentración de poderes y partido único o liderazgos carismáticos. Por eso concluye dicho autor que La solución está en la regeneración democrática de las instituciones mediante una reforma que haga respetar los principios: una buena democracia representativa, una verdadera división de poderes y un respeto al pluralismo. Frente a las formas degeneradas y corruptas, las soluciones regeneradoras y reformistas.