Se pregunta el autor si no está Europa condenada a desaparecer como protagonista de la Historia. Ala Cumbre del Clima en Copenhague donde, ante la cacofonía europea, norteamericanos y chinos tomaron por su cuenta las magras conclusiones alcanzadas. Y ahora es la crisis económica y el euro amenazado. Señala J.M. Carrascal tres síntomas que a su juicio evidencia la decadencia de Europa, de los pueblos y naciones que la componen: pesar de los muchos siglos sobreviviendo a sus desgracias, dice J. M. Carrascal, que esta vez, sin embargo, parece ir de veras. Son demasiados fracasos los que acumula una Europa que creía haber surgido de sus cenizas y aprendido de sus errores, para no volver a cometerlos uniendo a sus pueblos y creando una supernación al estilo de las más grandes, con un nivel de vida que fuera la envidia de todos. El fracaso de la construcción europea lo ve manifestado este autor en la falta de reacción en el conflicto de los Balcanes, dejando que fuesen los norteamericanos lo que vinieran a apagar el polvorín.
Luego, ha sido la Cumbre del Clima en Copenhague donde, ante la cacofonía europea, norteamericanos y chinos tomaron por su cuenta las magras conclusiones alcanzadas. Y ahora es la crisis económica y el euro amenazado. Señala J.M. Carrascal tres síntomas que a su juicio evidencia la decadencia de Europa, de los pueblos y naciones que la componen:
- El descenso de la natalidad, con el consiguiente envejecimiento y el peligro de la extinción a largo plazo.
- La eliminación del servicio de las armas obligatorio, que recuerda fue instituido por la Revolución Francesa, no como deber, sino como derecho ciudadano. Eliminándolo, dice, se ha cerrado el mayor lugar de encuentro de todas las clases sociales de un país.
- Por último, la creación de una sociedad de ocio, donde la diversión y la molicie son más importantes que el trabajo o el estudio. El «pan y circo» de los romanos.
Esas tres condiciones se dan en la Europa actual. En cambio, la cultura que nació en Grecia y emigró a Roma, para ir saltando de país en país europeo, cuando el anterior agotaba su ciclo histórico, se encuentra hoy mejor representada en Estados Unidos que en ningún otro. Allí, dice J. M. Carrascal, al menos se cultivan como en ninguna parte la ciencia y el arte que nacieron hace 26 siglos en Grecia, y gracias a ellos la democracia ha sobrevivido en el mundo.