La culpa del otro (Rafael Argullol, en Tribuna, El País, 31 de mayo de 2009)
No salimos de nuestro asombro cuando el Informe PISA sobre la enseñanza en España nos habla del fracaso de nuestro sistema educativo. Y no puede decirse que sea por falta de recursos, porque otros países con menos fondos destinados a educación salen mucho mejor parados. Hay diversos factores que lo explican, pero Rafael Argullol mete el dedo en la llaga, porque entre todas las causas la principal está en que nos hemos olvidado de nuestra responsabilidad como ciudadanos y optamos por echar la culpa a los demás, a los maestros, a los gobiernos, a la televisión (algunos de ellos la tienen y mucha), actuando de una manera cuando menos hipócrita. Del su artículo extractamos lo siguiente:
"...Voy a una comida en la que varios de los comensales están interesados en hablar del analfabetismo de los jóvenes actuales. Algunos de los presentes acusan a los maestros y al sistema educativo; otros, a la televisión, a la tecnología o al consumismo. Los aparentemente más perezosos se vuelcan en los políticos, cabezas de turco cuando se agotan los argumentos...
Cuando los informes sobre la educación en España provocan sorpresa y alarma por sus cifras catastróficas no deja de insinuarse un cierto paralelismo con las reacciones de supuesta incredulidad ante el desastre especulativo en nuestra economía. Durante años hemos contemplado con pasiva complicidad el hinchamiento surreal de lo que los propios comentadores económicos presentaban con la vistosa denominación de burbuja inmobiliaria. Casi nadie, al parecer, quería pararse a pensar cuándo estallaría. Y aunque parezca un asunto lejano, algo muy semejante ha ocurrido con respecto a la burbuja educativa (o antieducativa, si quieren). Es cómico, y patético, que alguien se rasgue las vestiduras ante el balance del informe PISA sobre la enseñanza en España, el mismo tipo de hipocresía de los que, de pronto, han descubierto la destrucción de la Manga del Mar Menor o de la Costa del Sol...