En relación con la politización de la Justicia y el manifiesto de 1.400 jueces por la despolitización y la independencia judicial, Gabriel Albiac responde a la pregunta que se hace y dice que la Constitución se torció, sin duda, hasta llegar a este cínico malvivir, soportando a una impune casta de políticos corruptos que acumula en sus manos todos los poderes. Sin contrapeso. En su opinión, fue la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 y la previsión de elección del órgano de gobierno de los jueces elegido por el parlamento, como un calco o clon del mapa parlamentario, según lo describe el Manifiesto, la que supuso un punto de inflexión, concibiendo al Consejo General del Poder Judicial como un brazo ejecutor de los partidos en él representados. Dice G. Albiac que todo juez español sabe que el destino de su carrera depende, en muy buena parte, del Consejo y que la locura va camino de consumarse en farsa, mediante su multiplicación por 17. En su artículo recuerda que Sieyès formuló un día hace más de dos siglos que un Estado que no garantiza y blinda la autonomía de los poderes no posee Constitución; todo lo más una máscara.