Lamentable papel el que están jugando las autoridades europeas. ACNUR está denunciando la emergencia que se vive estos días por la ola de frío polar que está afectado a miles de refugiados que ya de por sí afrontaban el invierno en unas precarias condiciones. El problema ahora no es cómo resolver definitivamente la crisis generada por la avalancha de refugiados que huyen de las guerras y de la persecución. La cuestión es que miles de refugiados están en suelo europeo, viviendo en campamentos improvisados y en unas condiciones no sólo indignas, sino expuestos a temperaturas que pueden acabar con su vida. Europa ha sido y es tierra de acogida y solidaridad. La UE se juega su credibilidad y no puede mirar para otro lado. Tiene que demostrar las autoridades tienen capacidad de respuesta a esta emergencia humanitaria, que no se vive a miles de kilómetros, sino en suelo europeo. Mandatarios de la UE, ¡reaccionen ya¡
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El 26 de octubre de 2016, José Álvarez Junco escribía en la Tribuna del El País, un artículo titulado Sobre la Libertad, que gira sobre la idea fundamental transmitida por John Stuart Mill en su libro On Liberty: nuestra libertad individual debe ser protegida como algo sagrado frente a las intromisiones de los Gobiernos o del conjunto social. Comenzaba dicho artículo señalando que aunque aun no coincidiendo con un aniversario redondo de la publicación del libro On Liberty, ni de ninguna otra fecha significativa de la vida de John Stuart Mill, el momento es tan bueno como cualquier otro para evocarlo. Finalizando el primer mes de 2017, vemos muchos motivos para releer On Liberty. En el mundo global e interconectado, en la era de internet y de las redes sociales, son grandes los peligros para la libertad individual, cuyos únicos límites son los que impiden que perjudiquemos o perturbemos la libertad de otros, como resalta Álvarez Junco. Recuerda este pensador que en el ambiente en el que nos hemos criado nadie nos hizo leer a Stuart Mill, y lo hace lamentándose ("¡ay, lo que pudo ser Educación para la Ciudadanía! Pero para padres de familia"). Recuerda Álvarez Junco los peligros para la libertad derivados de esa tradición antiliberal. Muchos han detentado el poder persiguiendo a los heterodoxos en nombre del pueblo. En este sentido expone que "No sólo el terror jacobino durante la Revolución Francesa, sino el leninismo, los fascismos y los populismos han puesto repetidamente de manifiesto los fallos de este planteamiento colectivista/esencialista sobre la legitimidad del poder". Álvarez Junco expone algo que le debió sorprender en California, durante la guerra de Vietnam, donde en un mitin izquierdista alguien defendió de pronto la política de Nixon, recibiendo los abucheos de muchos de los presentes. Le llamó la atención que un radical izquierdista estadounidense, situado a su lado, le dijera que dejaran hablar al heterodoxo: Let-him-talk. El gesto no surgía del grupo europeo de los allí congregados, partidarios del abucheo. Con esa enseñanza, recuerda Álvarez Junco lo siguiente: "En España, este antiliberalismo es común a la derecha y la izquierda. Muchos conservadores blasonan de liberales y, cuando tienen el poder, lo ejercen de manera autoritaria, sin aceptar límites y aplastando a sus oponentes. Pero en el último párrafo pone otro ejemplo referido a la "izquierda radical". Alude a lo sucedido en La Universidad Autónoma de Madrid una semana antes de que escribiera su artículo: "...grupos de matones impidieron hablar en la Universidad Autónoma de Madrid a personajes que no eran de su gusto. Que ocurran cosas así, en principio, no es tan escandaloso; siempre habrá locos violentos. Pero sí lo es que les avalen personas que aspiran a gobernarnos, o a legislar en nuestro nombre. Es el caso del secretario general de Podemos, que ha descrito esos hechos como síntoma de la “buena salud política” de que disfruta la Universidad. Coincide con el cura de mi colegio: libertad para predicar, pero sólo la verdad. Lo contrario de lo que defendía Stuart Mill". No concurría aniversario o fecha alguna para hablar de On Liberty, pero ese era un buen momento. Probablemente fue ese episodio el que movió a Álvarez Junco a escribir su artículo, que bien podría haber titulado así: Pablo, Let-him-talk! Lo dicho, nos criaron asilvestrados
La idea de democracias formales y democracias reales no es nueva, sino que corre pareja en la historia al concepto de democracia. Hay democracias fuertes y democracias débiles, democracias auténticas y democracias fingidas, democracias estéticas, donde las formas democráticas son buscadas por élites dominantes que pretenden asegurar su propia supervivencia. En este sentido, hay una escala que va desde los regímenes autoritarios a las democracias plenas, pasando por regímenes híbridos y democracias imperfectas (otras son más bien fallidas).
Resulta que la Unidad de Inteligencia Económica del diario The Economist publica un índice que es el resultado de evaluar la calidad de las democracias en el mundo (un índice en el que aparecen 167 países). Puede afirmarse que constituye una referencia que debería poner en alerta a muchos países que en los últimos años caen en el ranking porque aumenta la desconfianza del pueblo hacia los gobiernos e instituciones y hacia los medios de comunicación, que han dejado se ser los guardianes de la democracia. Los procesos electorales, la participación política, el funcionamiento del gobierno y las libertades civiles son evaluadas. En el índice de la mejores democracias en 2016, Estados Unidos deja de ser considerado como democracia plena y pasa a ser considerado como democracia con problemas, situándose por debajo de los veinte primeros puestos de la lista. Esa calificación no está directamente relacionada con la victoria de Donald Trump, pues los autores del estudio se refieren a una erosión continuada en los diversos factores objeto de valoración. EEUU se sitúa entre las llamadas "flawed democracies" (democracias imperfectas), por detrás de Japón y delante de Italia. Pero el problema afecta a otros países, a muchos por desgracia, que según dicho estudio han visto mermada la calidad de sus sistemas democráticos. El estudio Democracy Index 2016 puede verse en este enlace de felipesahagun.es Ni siquiera los países que se encuentran entre los veinte primeros, considerados como democracias plenas (España figura en el puesto 17) tienen motivos para el optimismo, y mucho menos para el conformismo. La democracia es como un ser vivo que necesita nutrientes de calidad. Por ello es fundamental evitar dicha erosión, fomentando la participación política de los ciudadanos y el control del poder. Una regeneración y potenciación del sistema, no para estar en los lugares de cabeza de éste u otros índices, sino por propia convicción. Si no es así el sistema democrático puede ser devorado por la rutina y la complacencia.