El dinero de los contribuyentes ha de servir los ciudadanos en su conjunto, producir bienes colectivos y compensar las desigualdades, y no a grupos organizados para el disfrute de prebendas, ni a entidades o instituciones que no rinden cuentas y aportan a la sociedad mucho menos de lo que reciben, viviendo espléndidamente a base de mitos, falsas legitimidades y cuentos chinos (E.S.I, 2013).
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